lunes, 6 de octubre de 2008

MUERTE DE LAUTARO



Las avanzadas españolas capitaneadas por Francisco de Villagra, quienes estaban al sur de las fuerzas araucanas fueron informadas en Reinoguelen por un indio (ya mencionado anteriormente) de que Lautaro acampaba en un fortín en el río Mataquito, al norte del pueblo del mismo nombre, en la falda de un cerro llamado Caune ( actualmente llamado Caone) de difícil perfil, donde había un sendero denominado camino de Las Palmas, muy cerca del lugar llamado Peteroa. Villagra tan pronto se dio cuenta de la información que tenía envió por la avanzada del capitán Godinez para que se reuniera con el en el pueblo de Mataquito. Reunidas las fuerzas, Villagra avanzó en la noche oculto hasta las inmediaciones viniendo por la orilla del río Mataquito. Las informaciones obtenidas por Lautaro le hacían suponer lejos al enemigo que había dejado al sur y por tanto descuidó la vigilancia del emplazamiento y no supo del acercamiento de Villagra y Godinez, ya sea por que los naturales de la zona no dieron la alarma o bien ocultaron la información. Además le fue informado que la noche anterior las huestes de Lautaro había estado embriagándose en una celebración, si la maniobra salia bien la sorpresa iba a ser total. En el amanecer del jueves 1º de abril de 1557, Francisco de Villagra más su primo Juan de Villagra, Diego de Altamirano y 57 jinetes, cinco arcabuzeros y más de 400 yanaconas, si se compara, era una fuerza relativamente pequeña si se piensa que al menos eran 800 mapuches en el campamento. Villagra con mucha cautela hizo avanzar algunos yanaconas exploradores y estos volvieron diciendo que no habían centinelas, lo que le hizo predecir a Villagra que el campamento estaba en el más absoluto reposo. Las huestes españolas se acercaron de amanecida al fortín subiendo por una serranía empinada y tendieron su línea de ataque, Villagra en voz baja dirigió unas palabras a sus acompañantes representándoles la responsabilidad del éxito y que la suerte de la colonia dependía de esta acción. Villagra ya había organizado la forma de ataque cuando un trompeta impaciente tocó la señal antes de tiempo. De inmediato, los mapuches salieron a empuñar sus armas y Villagra gritaba -¡Santiago y cierra España, adelante!! estos sorprendieron a las huestes lautarinas totalmente, creándose el desconcierto y la huida. El lugar donde estaba Lautaro era conocido por los espías indígenas de Villagra, por tanto se dirigieron resueltamente a la ruca que albergaba a Lautaro quien estaba en compañía de su mujer Guacolda. Lautaro salió de su ruca, con la espada de Valdivia en mano y murió atravesado en la misma puerta de un lanzazo mientras que los suyos eran tomados por sorpresa y masacrados, los españoles jubilosos gritaron: -¡Aquí españoles que Lautaro es muerto!!-(1557). A pesar de la muerte del líder los mapuches dieron una porfiada resistencia durando más de 5 horas de brega, en la que al final cayeron 663 indios y capitanes, logrando apenas escapar unos 130. Con el fin de Lautaro, desaparece una figura notable de la guerra de Arauco, nadie más llegó a igualar sus condiciones de líder ni su genio militar, que estuvo a la altura de los grandes estrategas de su época.
Los españoles causaron más de 650 bajas mapuches, y los españoles perdieron a Juan de Villagra (primo de Francisco de Villagra) quien murió de un lanzazo en plena boca, además de todos los castellanos heridos, más 200 yanaconas heridos o muertos más muchos caballos. El cadáver de Lautaro fue desmembrado y su cabeza se exhibió en la plaza de Armas de Santiago por largo tiempo ensartada en una lanza española.

EMBOSCADA A PEDRO DE VALDIVIA


Lautaro sabía que las fuerzas bajo su mando, recién entrenadas, estaban ahora en una línea denominada "Línea interior", es decir, entre dos fuerzas, las del fuerte Purén por el sur y las de Concepción por el norte. Para ello elige neutralizar una de ellas y usa una estratagema: engaña a Gómez de Almagro en el fuerte Purén y se asegura de que sus tropas no se junten con la de Valdivia en el fuerte de Tucapel.
Lautaro captura un emisario y se entera de que Valdivia marcha hacia el sur y necesariamente tiene que pasar por Tucapel. En efecto, Valdivia a mediados de diciembre de 1553 sale de Concepción y se dirige a Quilacoya, donde toma algunos soldados en su marcha a Arauco, los espías mapuches siguen la columna desde las alturas de los cerros y no le presentan batalla, dejándole hacer su camino. Valdivia muestra extrañeza de no recibir alguna noticia del fuerte de Tucapel y que además no sea hostigado en el camino.
El día 24 del mismo mes, decide tomar rumbo a Tucapel, esperando encontrar a Gómez de Almagro en éste. La tranquilidad y los espóradicos avistamientos de indígenas a lo lejos le despiertan sospechas y envía en una avanzada a Luis de Bobadilla con cinco hombres para que exploren el camino y den información de la presencia del enemigo. No los vuelve a ver. Extrañado Valdivia de no tener más noticias de Bobadilla pernocta a media jornada del fuerte de Tucapel.
El día de Navidad de ese año, se pone temprano en marcha y al llegar a las inmediaciones le extraña el silencio absoluto reinante. Al arribar a la loma donde está el fuerte, lo encuentra totalmente destruido. No aparecían ni Gómez de Almagro ni Bobadilla por ningún lado. Valdivia aun así decide seguir y hacer campamento en las ruinas humeantes del fuerte. Cuando ya avanzaban los preparativos, de súbito el bosque se llenó de chivateos y sin más aviso una masa se precipitó hacia el enclave español.
Valdivia, experto militar, apenas pudo armar sus líneas defensivas y aguantar el primer choque, mientras la caballería cargaba sobre la retaguardia del enemigo. Los mapuches, previendo esta maniobra, habían dispuesto lanceros y contuvieron la carga. Con mucho valor y resolución los españoles lograron descomponer la carga mapuche, que volviéndose a los bosques se retiraron de la loma. Los españoles saborearon la victoria. Pero cual sería su sorpresa cuando apareció un nuevo escuadrón indígena presentándose al combate y de nuevo hubo que armar líneas y nuevamente dar carga con la caballería.
Los mapuches además de los lanceros llevaban hombres cargando mazas, boleadoras y lazos con los que lograban desmontar al jinete y asestarle un definitivo mazazo en la cabeza una vez en el suelo. Se repitió la misma escena, y al toque de un lejano cuerno el escuadrón se retiró, no sin dejar algunas bajas y un tercer escuadrón se presentó a la batalla; esta vez Lautaro estaba detrás. Valdivia, viendo desesperada la situación, dado el cansancio y las bajas, reunió a los hombres disponibles y se lanzó a la lucha que adquirió ribetes muy encarnizados: ya la mitad de los españoles yacían en el campo y los indios auxiliares mermaban.
En un momento de la lucha, Valdivia se dirige a quienes aún le rodean y les dice: "¿Caballeros qué haremos?". El capitán Altamirano responde: "¡Qué quiere vuestra señoría que hagamos si no que peleemos y muramos!". Valdivia, al ver perdida la batalla, dispuso la retirada pero el propio Lautaro cayó por el flanco produciendo el desbande. Era justo lo que Valdivia no deseaba y los indios se dejaron caer uno a uno sobre los españoles aislados. Sólo Valdivia y el clérigo Pozo, que montaban muy buenos caballos, lograron tomar camino de huida. Pero al cruzar unas ciénagas, los caballos se empantanaron y los indios les capturaron.
Se dice que durante su juicio ante los Caciques, Valdivia después de ser capturado en la batalla de Tucapel, un Cacique llamado Leucotón fue quien le dio muerte, propinándole un fuerte mazazo en la nuca.
Luego arrasó sistemáticamente las ciudades españolas. Por dos veces saqueó e incendió Concepción, centro de los asentamientos españoles en el sur de Chile.

EL LIDERAZGO DE LAUTARO


Lautaro demostró tener condiciones innatas de líder, pronto además demostraría tener condiciones de estratega militar. Con un elocuente discurso, pronto su pueblo le respondió a sus exigencias y planteamientos, siguiéndole en su aventura militar. Enseñó a su pueblo, en base a demostraciones propias, a luchar en escuadrones, aprovechando el terreno y usando formas defensivas contra las cargas de caballería. Les enseñó que la retirada no era cobardía, sino una forma táctica de combate. Asimismo, inculcó el uso del toque de corneta, como elemento de obediencia táctica de los escuadrones, como hacían los españoles. Además creó un verdadero servicio de "investigaciones e inteligencia", utilizando hombres, mujeres y adolescentes. A ellos se les brindaba una preparación profesional, por ejemplo en caracterizaciones: simulaban ser borrachos, locos, cristianos o traidores de su pueblo con el fin de trabajar como falsos colaboradores, sirvientes o esclavos de los españoles, simulando no entender el idioma español y así sacar información vital, además de difundir noticias o datos incorrectos sobre los posibles ataques del Ejército Mapuche; además realizaban entrenamientos de visibilidad nocturna, sometiendo al agente a vivir durante días sin ver la luz del sol, con el fin de que posteriormente en las noches, hiciera el trabajo de espionaje nocturno, viendo como si fuese de día; además se les enseñaba el exclusivo sistema de comunicación mediante el movimiento de ramas de árboles. Lautaro eligió e instruyó a comandantes para las diversas secciones de su completo y jerarquizado ejército; Incluyendo a un Toqui jefe del servicio de investigaciones, el cual supervisaba y daba cuenta de las acciones de su servicio. Físicamente, Lautaro era un joven no muy alto, más bien grueso, de unos ojos negros penetrantes, cuerpo robusto y rostro lleno. Anchas espaldas y torso levantado, de agradable apariencia. Vestía una camiseta colorada española, un bonete de cuero grana. La cabeza rapada era coronada con un copete que se dejaba como insignia de generalato; además portaba la simbólica Toki Kura, emblema de piedra que cuelga del cuello, además de la Clava que portaba en su mano, simbolos del jefe de guerra o Toki.

BIOGRAFIA



Lautaro (del mapudungun Leftraru, «Traro veloz») fue un destacado líder militar mapuche en la Guerra de Arauco durante la primera fase de la conquista española.


Lautaro fue un famoso Caudillo araucano. También fue el jefe de la sublevación indígena frente al dominio español. Aprendió de Pedro de Valdivia las tácticas militares españolas, huyendo más tarde con los indios. En 1553 dirigió al pueblo mapuche en la batalla de Tucapel, en la que murió Valdivia. En 1554 derrotó a Francisco de Villagra en Manrigueñu; destacó por su estrategia guerrera. En 1555 capturó la ciudad de Angol y, nuevamente, la de Concepción. Fracasó en su intento de atacar Santiago y fue muerto de un lanzazo por las fuerzas de Pedro de Villagra en la batalla de Peteroa, en1557. Su figura, valor y genio militar fueron evocados por Alonso de Ercilla en el poema épico La Araucana.